miércoles, 4 de abril de 2012


Gracias a una propaganda banal, tendemos a creer que las 

personas caen en dependencias farmacológicas por razones 

distintas de las que llevan a contraer dependencias sociales, 

higiénicas o sentimentales. Pero eso no es cierto. 


La poderosa tendencia a formar hábitos hace que el hombre 

sea un animal de costumbres antes incluso que un ser 

racional, y buena parte de su vida transcurre dentro de una 

fidelidad a ceremoniales apenas menos arbitrarios que los 

zoológicos.


No olvidemos, asimismo, que todos los animales investigados 

hasta ahora -desde caracoles a muchas familias de insectos, 

vertebrados ovíparos y mamíferos- se intoxicarán 

espontáneamente con vegetales psicoactivos y drogas 

sintéticas. Todos ellos dan muestras también de rigurosa 

moderación al hacerlo. LLamativamente, esta regla sólo se 

altera cuando les despojamos de libertad y les infligimos 

torturas adicionales.

En último análisis, lo invencible no es un deseo u otro, sino la 

pasividad de nuestra vida psíquica, que determina el 

cotidiano 

imperio de alguna rutina.


Antonio Escohotado

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